miércoles, 11 de noviembre de 2009

Que te las van a hacer pasar putas

He dejado de atormentarme. Sí... yo soy ese tipo de personas atormentadas de su tiempo, que hasta en el andar se nota, pero aunque sigo desmejorada no escribo esto con un cigarro en la boca y una copa en la mano, sola en mi salón... No, aunque me gustaría.

De todas formas creo que tarde o temprano todo el mundo deja de creer en la fidelidad, el romanticismo, la belleza interior, bla, bla, bla. Hijos de la teoría de la evolución ¡despertad!

Supongo que por una vez no pasa nada, y por un beso en medio de tu whisky y su cerveza tampoco, y por acompañarla a casa de madrugada, ya amanecido, cubriéndola con la chaqueta de tu traje, sí como en las ocasiones especiales, tampoco pasa nada. Siempre te tuve por un caballero.

El problema es cuando no tengo cambio para tu trato. Y me culpo por no estar aquel día, por no ser yo la chica de madrugada... Siempre pensé que la jugada más elegante del ajedrez es llegar hasta el final y convertir el peón en reina. Y ella en una sola noche... joder. Ha sido muy elegante.

Volvemos a lo de siempre. Es lo que hacemos todos los que físicamente tenemos las de perder con el rollo de la teoría de la evolución. Que sí... yo puedo hablar de todas esas cosas de las que suelo hablar, divagar, razonar, construir toda una teoría sobre la voluntad y todas esas majaderías filosóficas. Pero me pediste estar esa noche y no estuve. Y para esa noche no hacía falta filosofía, ni siquera saber que el concierto número 2 para piano de Rachmaninov es tu obra favorita o que te encanta el café con canela. No. Esa noche sólo hacía falta un pelo perfecto y una sonrisa. Y de lo demás... se puede ocupar la evolución.

No me apetece pensar en todo esto.

No voy a empezar a despotricar contra nuestra generación y toda su cultura de pop romántico, rock melancólico, bailar de lejos no es bailar y toda la mierda con la que hemos crecido. Eso lo dejaré para otro día, cuando de verdad tenga un cigarro en la boca y una copa en la mano.

En realidad lo único que me apetece es hacerte el amor de verdad, y que por casualidad te hayas acordado y suene aquella versión de Kravitz.

Y que si me dejas, sea por otra más guapa, más alta, alegre y viciosa que yo.

Se han acabado las metáforas, el hermetismo, las vueltas de tuerca buscanco la frase que evoque la imagen más estremecedora que puedas construir y su puta madre.

Claudico.

Estra vez sí: Habló de puta, La Tacones

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