lunes, 31 de agosto de 2009

Te amo...Yo tampoco.

J, mi querida puta triste:

Hace ya dos meses que encontré tu carta. La casa grita los días, y o yo me hago más pequeño, y se me hace más grande, o tú vienes mientras duermo para recoger tus cosas. Perdona que no me levante, pero me he vuelto un hombre de provecho, y he dejado la vida.
¿Ves? Al final no fue el amor lo que me hizo un romántico, ha sido la tragedia la que me ha hecho un héroe de novela que llora la pérdida de lo que fue. Ya cuando nos pienso, las imágenes son de cinta de amor casero, y cuentan las perlas que escupías en mi oído cuando hacíamos el amor.
Sólo puedo pensar que todo cuanto he hecho y deshecho en los años que he vivido, me ha llevado a ti. Inexplicable y dolorosamente a ti. Y ahora, tú me has dejado varado cómo cuando éramos dos y no sólo uno, cómo cuando todo esto empezó y yo vivía nadando en copas de bourbon y océanos de humo.





Que nos rajen la espalda al pasar,
que nos siga la prensa



¿Qué has hecho con aquel cuaderno tuyo? Ese que guardabas en la mesita, por si acaso, a medianoche, despertabas en mitad de una pesadilla, y te salía una canción. Yo anoche te soñé dos veces, y digo dos, porque dentro del sueño, había otro sueño, mucho más oscuro. Como si tan corrompido estuviera, que no bastara con soñarlo y esconderlo para uno mismo, sino que, el mismo sueño se escondía en sí mismo, para que al despertar dos veces, pudiera olvidarlo, y no pecase más.
He hecho un inventario de lo que es tuyo, lo que fue nuestro, y lo que a mí me queda, y he pensando que te dejo las paredes de este cuarto, amantes y admiradoras de las noches inéditas en el balcón de casa, fumando detrás de ti, al mismo tiempo que buscábamos un resquicio de viento en las noches tibias del verano de nuestro Paris solitario. Me quedo con la curvatura que se hacía entre tus vértebras y mi tripa cuando te abrazaba por detrás, sin soltar el cigarro, con el humo y los besos desde la espalda hasta el cuello.
La cama se ríe de mí. Lo noto. Me dice que echa de menos las sesiones golfas triangulares…
No hacía falta que gastaras tu más exquisito paladar para decirme que te ibas, con un beso en la frente, y la custodia compartida del gato, hubiera bastado.

S.

Ps: Lástima que nos pillaras follando en el sofá. Reconozco que debió de ser una panorámica de lo más desagradable.




J, por muy divertido y excitante que te parezca, deberíamos dejar de hacer esto. Cualquier día, los niños se van a encontrar las cartas…

jueves, 27 de agosto de 2009

Con amor y absurdidad

Puedo escribirte una canción cruel, sin rima, con todas las pausas picándote en el albero, con todos los sonidos atendiendo a mis duras explicaciones de por qué, o por qué no, te mereces una traición del calibre de mis desprecios.

Ahora acércate a la boca del cañón, después de todo, ahora es la carne la que enciende la mecha. Búscame en tus sueños, donde te devoro las entrañas y amanezco sin voz de gritar tu nombre como jerónimos de acantilado, nombre de guerra que acaba en mis pies. Balbuceos en esta mitología que nos exige ser dios y muerto, Sísifo y piedra rodando acantilado abajo.

No puedo ni desearte que hagas el amor con la nada, porque hasta en un onanismo infantil me encontrarás, encarnando la nada como acaban todas las cosas en mis conclusiones.

Olvida el tiempo en que la pasión era el estado de tu voluntad. Engorda engullendo una despedida más, en la que los besos se dan del revés y nuestras bocas no se encuentran. Porque ya se desconocen.

Quisiera que fuera así, y no un beso tan cotidiano que parece alargarse hasta el día siguiente. Y que en nuestras discusiones no hubiera una carcajada entre el humo de tu boca y la mueca de mis llantos fingidos. Sería más fácil una violencia de tirar el teléfono contra la pared y todos aquellos tópicos que nunca llegaron a nuestras conversaciones.

Esa es la razón por la que me voy, nos hemos memorizado demasiado. Aunque pasen cien años y nos volvamos a ver parecerá una mañana de domingo, una resaca más. Te quiero así, intacto, llorando entre esas carcajadas que tatúan la expresión y sus arrugas en tu cara, quiero que la única mueca que aparezca en tus labios sea en un intento de inventar un beso nuevo. Sin decadencia ni espaldas enfrentadas en la nocturnidad de dos amantes que se han cansado. Sin eso, amor.

Sé que esta no es una salida Nacho, Te quiero,

con amor y absurdidad

C.



Entrañables ¿verdad?


- A ver Christina ¿a dónde nos conduce todo esto?
- Yo que sé Nacho, cada vez que creo que sé a donde voy acabo en un sitio distinto, el destino es el único accidente posible.
- No sé Christina, yo, yo estoy de acuerdo contigo en teoría, pero en teoría funciona incluso el comunismo, en teoría.




En la práctica las cosas nunca salen como uno querría.


F I N (la la la la la la laaaaa)



Verdaderamente entrañable y maldito

lunes, 24 de agosto de 2009

I´m sorry Christina, I don´t speak spanish.


Y llegó el momento de pararme sólo un segundo. De sentarme y contarlo todo. Voy a parar la diabólica máquina que me trastorna, y voy a olvidarme de todo éste calor. Porque sin darme cuenta, me he tragado el verano, y no he dejado ni las migas.
Era tan cómodo el invierno, y tan agradable la rutina, que no sabía si tenía ganas de que llegara el verano. Era la primera vez que me pasaba. Sólo tenía algún plan que otro, y al final me encontré con el mejor verano de mi vida. Pero todo eso lo contaré más adelante, cuando lo vea con más distancia, y lo pueda contar desde el cariño y la nostalgia, y no desde la pena, que sería como me saldría, si lo escribiese ahora mismo.


¿Ganas de volver? Pues mira, a sesenta-cuarenta están las ganas. A todos nos gusta no tener absolutamente nada que hacer, recrearnos en la cama, y ver que las noches de verano pueden ser infinitas si uno quiere. Pero también tenemos el tórrido aburrimiento de un pueblo, y nuestra “jodida” (no se puede decir de otra manera) manía, de no aprovechar el tiempo cuando más lo tenemos. Puede ser 15 de febrero, con un examen a la vuelta de la esquina, un tiempo de perros, y un Madriz ajetreado, que te van a entrar todas las ganas de hacer planes, de salir a hacer fotos, de ir a sitios, ver películas, de escribir…. Eso sí, ahora, día 24 de agosto, con noches de esas, como digo, infinitas, ya estás haciendo demasiado, si te levantas de la cama, y te vas a los mismos sitios de siempre a tomarte una caña. Y es así. Gastamos nuestras ganas de una manera antinatural, lo que nos lleva siempre a vivir con el anhelo de que pase el tiempo más deprisa, de que sea fin de semana, fiesta, de que se acaben las clases, de que termine el verano… Somos así, y no hacemos nada por evitarlo.
Cambiando de tema, por supuesto que estoy de acuerdo en lo de cambiar la regla del orden, y hacerlo de manera aleatoria, porque como tú dices, nunca hemos atendido a ningún tipo de regla, porque nunca nos las hemos impuesto, o por lo menos, no de manera explícita. Me ha encantado lo de las normas silenciosas, porque llevas razón, y darnos cuenta de eso, nos hace todavía más partícipes de ese mundo cómplice que tanto me gusta, y del que tan orgullosa me siento de formar parte. Si, el MUNDO. Y sí, esa ATMÓSFERA. La capacidad de encontrar en lo pequeño, lo grande, lo enorme, sí que me pone la piel de gallina. Escribir 28 líneas del tirón solo para explicar que te ha encantado una canción, y no darte ni cuenta. O yo, que ayer mismo me sorprendí a mí misma descubriendo una risa, que habría oído un millón de veces antes, y que ayer escuché de una manera distinta. Hubiera hecho una foto preciosa en ese momento, una polaroid, como el hijo del dueño del cine, y la hubiera colgado en mis paredes para siempre. Porque me quedo con esas cosas, y me valen más que lo demás, y porque si lo piensas, son únicas, y las puedes compartir con dos o tres, y no hay nadie más en el mundo que pueda robarte esos momentos de ninguna manera.

Ni siquiera te las quita el tiempo, y de eso, nosotros sabemos mucho, que a día de hoy, seguimos recordando anécdotas de la época en la que nos conocimos, y seguimos mostrando la misma frescura que el primer día.
Y conforme voy escribiendo, van chocándose los porcentajes, y las ganas. A lo bochornoso del verano, le ganan las chaquetas de cuero de una noche de noviembre. Y a las miradas, y rumores, le ganan también, la indiferencia y el anonimato del metro. A éste lienzo blanco que ahora está delante mío, le hablaba yo de mis ganas, de todas las cosas que quiero, de lo agradecida que me siento, de la suerte y del destino, que aparecen y a veces, me dicen, que se quieren quedar, pero sobre todo le hablaba del verano, que lo siento, Nacho, y muy a tu pesar, Cristina, no ha sido para nada un veranofatal.





Ps: Acabo de acordarme de la caja dónde escondimos todos nuestros cadáveres, hace ahora un año, y que me niego a abrir.
Ps2: Éste video lo pongo, por que oye, no será igual de bonito que el de Mika, pero los aviones, y las pintas a lo Kurt Cobain no tienen precio.
Ps3:Me hubiera gustado poner Mina de bso, pero como no está, te dejo ésta, que sé (como diría Altru) que te da mucho gusto, y además, se queda el blog con una "atmósfera" que ríete tú.

domingo, 23 de agosto de 2009

¿Es que no sabes que los secretos se cuentan así?


Sé que es tu turno, pero no creo que deba ser así, no creo que este sea un espacio que atienda a reglas, es más nosotros nunca hemos atendido a reglas, y si entre nosotros existe alguna, son reglas silenciosas que se han ido diseñando después de las acciones cuando ya era demasiado tarde para romperlas. El juego es más divertido si las reglas suceden sobre la marcha. Me gustan las reglas silenciosas, por eso escribí ese cuento de los sonámbulos. Porque en realidad no son reglas sólo estructuras de las que dotamos a las cosas que sucenden, porque si no* el caos me satura, como cuando quise ordenar tus chuletas de ¿historia, filosofía, geografía?... era la época del chándal. Puede que las estructuras no sean siempre buenas, si crees que en este caso no lo son volvemos al modelo de "a tocas" como diría mi santa almodovariana madre (sí, desde la cocina, y sí, huele a tomate).



Todo ha surgido por el videoclip de la nueva canción de Mika We are golden. Hasta el momento sólo había una canción en inglés que a pesar de ser perfectamente bailable me hacía llorar, en otro momento te diré cuál es (para más inri hay como 589 versiones, y ya sabes mi problema con las versiones) pero desde hoy creo que We are golden pasa a ser la siguiente en la lista. Además le tengo mucho cariño a este hombre (aunque sea una niña como mi querido hijo..., creo que lo voy a adoptar para que Axel tenga alguien con quien jugar, ya que tú no quieres adoptar a nadie para que juegue con mi hijito querido).


Era de estas veces en las que el mundo te supera, y mi tono de voz desciende a las profundidades de los susurros de Santi Balmes, entonces él me dijo: ¿por qué me hablas así que no te oigo? y acercándo su boca a mi oreja me susurró: ¿es que no sabes que los secretos se cuentan así? Y entonces ocurrió, que después de la sonrisa esa frase no ha abandonado mi cabeza ni un momento. Y es que abro mis manos y voy depositando cada estupidez (porque son estupideces) que me hace sonreir y pienso que si todo eso lo tengo dentro, lo tenemos dentro, estamos hechos de oro. Recordar el sonido de darle la vuelta a un cassete, ver a alguien (a quien sea) comerse una patata asada a cucharadas enormes como si llevara cien años sin comer, la piel de gallina después del susurro del secreto, el pelo, el viento y la ventanilla del coche, una muchedumbre cantando pero sin instrumentos, el segundo que hay antes de que los actores se besen y mi estómago en la garganta, la vida contemplativa, las aceitunas, una máscara de feria, las pajitas enrolladas de nesquik...


Me dan pena aquellos que se quedan fuera de la atmósfera de todas estas cosas de la vida, los preocupados por los números, echar el polvo del sábado, o menospreciar cualquier cosa que no roce tierra firme.

Con respecto a la última foto: Sigo tan voyeur como siempre.


Lo dicho: We are not what you think we are [we are golden]

*por tu culpa he dudado de si escribirlo junto o separado




lunes, 17 de agosto de 2009

Cine de verano

Llegamos tarde, eso es lo que nos pasa a los del 89, que llegamos tarde a los ochenta. Por eso nos ha tocado beber el último trago de su cerveza, las babas decadentes de una vida que nuestros padres nos narran pero que sólo hemos alcanzado a pasear por sus escombros. Asique aferrados a las anécdotas sagradas de nuestros padres nos empeñamos en bebernos la cerveza caliente que nos amarga el paladar pero que queremos beber a sorbos cortos para que no se acabe. Es lo que ocurre con las cosas míticas que incluso en su decadencia te hipnotizan. Y te las bebes.

Algo parecido pasó con el cine de verano, fiel a la estética de un pueblo de La Mancha, paredes encaladas llenas de desconchones, secas de un viento parado y seco… Ocurre con los pueblos de La Mancha, en su desencanto encuentras su encanto.



Hablábamos de ello a veces, de la tienda de golosinas empapelada con carteles donde Danny Zucko era el que retaba a Corleone. La tienda estaba ahí, pero todo el mundo llevaba su bocadillo en la mochila, y si pasabas a la tienda era porque tu abuela se había enterado de que ibas al cine o porque te gustaba pasar por delante de la pantalla y ver tu sombra dentro de la proyección.
Los últimos años el nieto del dueño se entretenía en hacer fotos con su Polaroid a los niños que pasaban a la tienda, y aunque en el pueblo todos nos conocíamos disfrutábamos buscándonos como estrellas de cine entre los carteles de la pared.

Todos se enteraron. Pasamos por delante del cine, y como todo lo que toca la sucia mano de los noventa, estaba derruido, la proyección del día: las siglas de una inmobiliaria. Pedimos a los obreros que nos dejaran pasar, atravesamos el patio sin hileras de sillas metálicas, ni azules ni retorcidas, nada y llegamos hasta la tienda de golosinas: allí estaban todos los niños sonriendo, sacando la lengua, abriendo unos ojos enormes preparados para comerse el mundo. Pero sin cine de verano.

martes, 11 de agosto de 2009

Vuelta ciclista, año 1984


Tengo un cóctel de sentimientos tan cargado, que no sé por donde empezar.
El sábado recolecté unas doscientas risas compartidas que son dignas de guardar en una cajita secreta, para abrirla dentro de unos años y morir de un ataque de felicidad en el suelo. Así, derrepente.
Lo siento, pero a veces la vida te deja en blanco. Y hoy es uno de esos días en los que te la juega.
Por suerte tenemos unos doce regalos en forma de canciones para pasar la semana.

Trece, si contamos "Pánico en el Edén"


y muy al estilo Marga,


[Te va la luna más que a mí]

sábado, 8 de agosto de 2009

el porqué de hablar solo

Este verano, sorprendida de mí misma estoy llevando una dieta un tanto extraña: nada de series, y dos libros a la vez. Esta aversión a las series americanas que tanto me han dado y tanto me han entusiasmado estos últimos veranos viene como ya sabes de la traumática visión de uno de los personajes más entrañables -en mi opinión- de la serie que más me ha gustado hasta el momento, y que dicho sea de paso despertó a ese monstruo devorador de series que llevaba dentro. Pero bueno, esta entrada no es una entrada dedicada a escupir mis cristos a ciertos guionistas, eso será en otra ocasión. Mira que se las han hecho pasar canutas a Peyton durante seis largas temporadas, y en Anatomía de Grey han conseguido superar la intensidad de una tortura en un sólo capítulo. Y ahora tengo pesadillas.

Durante este año, y debido a exigencias de mi carrera he sentido por primera vez que mi capacidad de razonamiento tenía un límite. Como si mis engranajes tuvieran una china en su mecanismo que al alcanzar una conclusión ha saltado y ha dejado que el mecanismo siga su ritmo más ligero. Me resultó una sensación muy gratificante la verdad. Por esa misma razón, y sabiendo que el placer lleva a el placer, me estoy leyendo La Evolución de la libertad, de un filósofo norteamericano: Daniel Dennett. No voy a entrar en explicaciones demasiado entretenidas sobre porqué me he comprado este libro, ya sabes algo sobre el trabajo sobre la Identidad personal (¿quién soy, qué soy?) y cierta obsesión con la certeza de que exista la libertad.

El caso es que en el capítulo introductorio hace una reflexión que me ha hecho darle vueltas a ciertas cosas, creo que a tí te pasará lo mismo:

Cada uno es quien es, con sus verrugas y todo lo demás. No puedo convertirme en un campeón de golf o en un concertista de piano o un físico cuántico. Puedo vivir con eso. Forma parte de quien soy. ¿Puedo bajar de los 90 en un circuito de golf o llegar a tocar esa fuga de Bach de principio a fin sin ningún error? Puedo probarlo, pero si nunca llego a tener éxito, ¿querrá decir eso que en realidad nunca podía haberlo hecho?

"¡Sé todo lo que puedas ser!" es un estimulante eslogan del ejército norteamericano, pero ¿no encierra una ridícula tautología*? ¿Acaso no somos todos, automáticamente, todo lo que podemo ser? "Hola soy un tipo gordo, ignorante e indisciplinado que por lo visto no tiene las agallas necesarias para ingresar en el ejército, ¡Ya soy todo lo que puedo ser! Soy quien soy" ¿Se engaña así misma esta persona al negarse a probar una vida mejor, o ha llegado al fondo de la cuestión? ¿Hay algún sentido legítimo en el que aunque una persona no tenga ninguna posibilidad real y verdadera de bajar de los 90? ¿Puede alguno de nosotros hacer algo distinto de lo que termina haciendo? Y si no, ¿qué sentido tiene intentarlo? De hecho ¿qué sentido tiene hacer nada?.

Lo que queremos que se confirme a toda costa, de un modo u otro, es que nuestras acciones tienen un sentido.


*
Repetición de un mismo pensamiento expresado de distintas maneras.


Ahora no voy a empezar a llenar de conclusiones esta entrada. Si hay algo que no me gusta del sistema educativo actual es que te dan todo tan destripado, sin raspas y en platos de plástico para que no tengas ni que fregar. No dejan hueco al momento de sentir que has llegado a la conclusión porque tus engranajes han reaccionado. Creo que a las personas hay que darles el mapa, no un GPS, puedes perderte cuántas veces lo necesites, puedo decirte: "dale la vuelta al mapa que lo tenías del revés", pero no te voy a decir qué calle tomar porque todos los caminos llegan a Roma y mi camino puede que no sea el tuyo. Probablemente ese es el problema de muchos profesores, que creen que la autovía es el único camino y olvidan la magia de los caminos de tierra.

Asique que cada uno saque sus conclusiones.





Cambiando de tercio, varios apuntes:

. No, no he visto el Club de los cinco.
. La actualización del blog de nuestro amado por parte de su cónyuge no me gusta mucho, muy normalita y ningún notición. No me gustan los monos.
. Cada vez me gusta más el disco de Standstill
. Tengo el poder de tres para poner las fotos donde me da la gana, ya sabes yo, Kurt y lamarga.
. Pronto hablaré de lamarga
. La foto (creo que es digna de explicación): sí, evidentemente buscando bicicletas he optado por la más estrafalaria y farandulera que he encontrado. Pasa a la carpeta de mis fotos favoritas junto con la de las bananas de Kurt y la de las cabezas disecadas de Oscar Jaenada. Algún día haré una entrada con todas estas fotos (se me acaba de poner la piel de gallina).

viernes, 7 de agosto de 2009

Dont you (forget about me)


Estoy francamente cansada, pero como ya viene siendo costumbre estos días, aprovecho el último momento del día para escribir un poquito aquí. Sé que llegará el invierno, los agobios, los horarios infernales, y que los post pasarán a ser semanales, o (dios no lo quiera) mensuales, pero por ahora, no hay mucho más que hacer, y la verdad es que me sirve para evadirme un poco de mi misma y de mis pensamientos, y poner así, un poco en orden las ideas que me llevan rondando la cabeza todo el día. Además, me he llevado una grata sorpresa al entrar en el blog de M&A, y ver que habían actualizado con sus últimas novedades, y me han entrado más ganas de escribir.

Hoy has visto que muchas veces me hace falta poquito para ser feliz. Conseguir una bolsa de plástico llena de reliquias que la mayoría de la gente que conozco despreciaría, me ha alegrado el día, y el fin de semana. No se trata de ser materialista, una canción, un momento de risa, o una película, me pueden hacer la persona más feliz del mundo… pero, ¡esas botellas! Ha sido como si por un momento hubiera vuelto a la infancia, y me hubiera trasladado al salón de mis abuelos.


Siempre estoy intentando aferrarme lo que puedo al recuerdo de la infancia. Muchas veces no me reconozco a mí misma en mis actos, pero inconscientemente cada cosa que hago, tiene relación con esos años. Me pasa mucho con la música. La mayoría de las canciones antiguas que conozco, son de escenas de películas que vi cuando era niña. En mi mente, las había guardado muy delicadamente, para que nunca se fueran, y con el paso de los años, he podido ir recuperándolas.
Y todo esto me lleva, a lo que venía a contar hoy. Me has cedido el turno, la palabra, como queramos llamarlo, para que hable un poco de la noticia que te sorprendía ésta mañana al leer el periódico. Y todo lo que he contado antes sobre, la infancia, los recuerdos… me viene de perlas para explicar porque me gusta (o me siento tan identificada) con “El club de los cinco”.

Cuando me he ido haciendo mayor, he hecho un repaso a las películas que me marcaron cuando era niña., y tengo que decir, que en la mayoría de los casos, me he llevado una gran decepción. Me encontraba con diálogos vacíos, tramas muy simples, fallos garrafales… que en otros tiempos, claramente, no había podido ver. Se iba acabando poco a poco la magia… los ochenta, los noventa, se habían quedado cortos, flojeaban…


No sé si fue un fallo cerebral, falta de memoria, o algo que intentaba taparlo…. Pero hace un par de años, no conseguía recordar la película de “El club de los cinco”. ¡No estaba segura ni siquiera de haberla visto! Así que me dispuse a ello… y fue como encontrarse con un amigo y abrazarlo.

Tiene algo tan familiar y a la vez tan fresco. Se trata de una película generacional. La “madre” de todo lo que conocemos después como “cine adolescente”… Inexplicablemente me emociona, me conmueve, y la banda sonora, me hace volar… Así, simplemente.

No la quiero destripar porque la verdad es que no sé si la has visto, pero terminaré con una frase de la película, que sirve de pequeño homenaje, y a la vez, retrata una cruda verdad, que sin darme cuenta, he ido relatando en este post…



“Cuando crecemos, se nos muere el corazón”
ps: me repatea no poder poner donde yo quiera las fotos.

jueves, 6 de agosto de 2009

en plena calle

Venía cociendo en mi cabeza alguna entrada sobre Standstill, fragmentos del libro que me estoy leyendo, o la posibilidad de que el universo -muy a mi pesar- resulte ser de verdad determinista.

Pero como siempre he abierto la página principal de El País y lo primero que he leído ha sido que ha muerto el director de "Solo en casa" y de "El club de los cinco"- obviamente me he acordado de tí-, John Huhges. Paro cardíaco en plena calle (59 años).

Te dejo el honor de hacer la entrada, conoces mi problema para estar sentada frente a una película durante hora y media...

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Fallece/Nueva/York/John/Hughes/padre/Solo/casa/elpepucul/20090807elpepucul_1/Tes

Es tu turno.

pd1. Gran elección "Perfect day", cada vez que la escucho la siento más perfecta para el día de mi boda (aunque sea en las Vegas). Lo que no quita que ese mp3 psicodélico sea horrible y me ponga nerviosa.

pd2. Me ha encantado la estampa, en otra época me entretendría en hacer un montaje con photoshop.

pd3. Pobre hombre de veras...

Mr. Cobain, el hermano mayor.


Ya sabes que mi relación con Kurt Cobain ,es la misma que se puede tener con un hermano que estudia fuera de casa, mientras tú terminas los últimos años de instituto. Viene a casa algunos fines de semana, y en vacaciones, pero nunca llegáis a pasar largas temporadas juntos. Aún así le tengo cariño, y sí, estoy segura de que en el fondo tenía una cara oculta de lo más entrañable.

El otro día, vi una película que se llama “El primer día del resto de tu vida”. Era un drama, bueno, con tintes de comedia, familiar, y era sobre la vida de una familia desde finales de los ochenta, hasta más o menos la actualidad. Digo más o menos, porque no terminaba exactamente en 2009, porque la película tiene un par de años, pero no me acuerdo exactamente en qué año terminaba. Era un recorrido desde la adolescencia de los hermanos mayores, hasta que terminaban siendo adultos, y de la vida de la hermana pequeña, que empezaba siendo una niñita mona, seguía convirtiéndose en una “grunge” rebelde (literalmente) y al final sienta cabeza.

Todo esto viene, porque la chica (Fleur se llamaba, la película era francesa, obviamente), en sus años bárbaros, salía la mayoría del tiempo en su cama escribiendo un diario, o hablando por teléfono, y detrás se veía la pared llena de posters del mítico Cobain, y una foto de Serge Gainsbourg (que me encanta,y me hace mucha gracia). Y una de las frases que soltaba en la película, escritas en su diario, era:
Domingo 5 de Abril del 94, Kurt Cobain ha muerto, con el cañón de la pistola en la boca y un dedo en el gatillo. Cantaba “I dont have a gun”, ¡Qué fuerte!…



Naturalmente, me acordé de ti.



No voy a desvelar más de la película, por si algún día te apetece verla, pero te diré dos apuntes más. Uno de los hermanos mayores, es el mismo protagonista de C.R.A.Z.Y. Sí, el mismo que se pintaba la cara como Bowie y cantaba en su habitación. Y otra cosa, es que el lacrimógeno final de la película está acompañado por la canción “Perfect day” de Lou Reed, y aparte de que se me puso la piel de gallina, porque es una escenaza, naturalmente, me volví a acordar de ti.

No me imagino a Mario y Olvido viendo películas en su casa, un martes noche, por ejemplo. Pero seguro que lo hacen. Películas soviéticas de importación, cine gore… no sé. Mario no hace palomitas, porque siguen una dieta estricta, pero Olvido encarga la cena en un restaurante de comida macrobiótica, y se lo comen en unas bandejas plegables en el salón, mientras ven la película. Me encanta la estampa.


Hoy mis padres me han estado contando viejas historias de unos años, que según ellos, y me lo creo, fueron un desastre, cuando la gente del pueblo, se iba a la mili, y volvía drogadicta. Además, mi padre me ha preguntado que sí mi madre nunca me ha contado la época que le dió por escribirse con un Gurú indio. Pero eso es otra historia, que dejaré para otro día.

Fleur.
ps: las fotos no me deja ponerlas en otro sitio. (aquí pondría un emoticono de carita triste, pero éste blog, no es así)

miércoles, 5 de agosto de 2009

they don't have any feelings

Nuestras dotes premonitorias tampoco son un descubrimiento reciente, y, evidentemente, ayer hice uso de ellas, porque cuanto antes digo que no hemos recurrido a los temas de siempre, antes vuelvo a ellos. Escucho Something in the way del mismo de siempre, para los momentos oscuros, y aunque no entiendo muy bien la letra se me saltan las lágrimas, ya es un condicionamiento.

Something in the way Something in the way (yeah).

Siempre son los bajos de la música de Nirvana... los más tristes que he escuchado nunca. Por eso aunque la etapa ya ha pasado casi siempre siguen ahí, latiendo, en su monótona cadencia confundiéndose con mis latidos y con toda la mierda de siempre.

Te estarás preguntando ¿cuál será el tema? ¿la sonrisa profident en el cajero automático de la hipocresía? ¿el rechazo a una mal llamada "humanidad"? ¿el menosprecio al esfuerzo? bla bla bla... Mientras escribo esto pienso que dándole estructura a estas palabras no hago más que alabar su falta de respeto. Asique juntaré todos los pensamientos a la vez. Sin estructura. Cobrando el sentido que se merecen: ninguno.


Bacinas de pelo largo te atracan en el cajero del banco. Buscan el semen, el de la grapadora, que ya no es tan paranoica como entonces. Tienen sed de esa historia. Regodeo. Tienen sed de esa historia. Regodeo, regodeo, regodeo. No lo entiendo. Impotencia. Tiras a matar. Esas personas nunca dejan de sonreir. No merecen la pena. No entiendo nada. No. No. No. No. No. Paso.

Its okay to eat fish
cause they dont have any feelings


He sacado el libro Diarios de Kurt Cobain de la estantería, hacía tiempo que no leía nada de él, pero me doy cuenta de que llevo leído más de lo que pensaba. Ya sabes mi fascinación por este hombre. Además fue un regalo que significa mucho para mí, porque fue uno de los primeros intentos por reparar algunas cosas que se hicieron mal en el pasado, un intento por entrar en mi mundo y prestar atención a las cosas que me interesan.

Empieza el diario con una de las cosas más bonitas que he leído nunca. Una declaración de intenciones para alguien que de verdad quieres. Al menos así quiero piensarlo. No creo que Kurt Cobain estuviese siempre drogado, ni siempre pensando en fetos ni en lo siniestro de la sociedad.

Algún día, si escribo un diario le robaré estas palabras:



No leas mi diario en mi ausencia.

Vale, ahora me voy a trabajar. Esta mañana cuando te levantes, por favor , lee mi diario. Registra mis cosas y trata de entenderme.



Sólo me queda despedirme diciendo que esta no es una entrada que refleje mi relación con Kurt Cobain, lo que significa para mí, lo que representa en mi mundo...no. Pero ha aparecido en este momento (como casi siempre) y es lo que sentía. Luego me sentaré ha escribir una entrada digna.




Me despido: Milk.

Google[arte]

Salta de tu cocotero, y lánzate al vacío, en busca del trozo de mundo que nos falta todavía.


Claro que no hemos optado por los temas recurrentes de siempre. Lo que escribes, ya sea autobiográfico o mera ficción, siempre está ligado con el momento en que vives, y ahora no nos toca nada de eso. Yo no he abandonado, ni quiero abandonar los tópicos oscuros, el morboso placer de los temas sacros, ni los cientos de referencias al pasado que podemos hacer. Pero tampoco echo de menos nada de eso. Una época es una época, pero prefiero quedarme solamente con los dos o tres personajes protagonistas de aquellos días. Me dan igual los secundarios, y he aborrecido hasta la saciedad las localizaciones.


Hoy no estoy muy inspirada, pero estoy muy contenta con todo ésto. Muy contenta.

martes, 4 de agosto de 2009

A través de tu risa la vida me pide perdón.

Hay cosas que añoro de aquel tiempo, por supuesto. Pero hay otras que, si bien son imprescindibles en algunos momentos, lo nuestro pasó de castaño oscuro. Algo ha cambiado, yo quemé (y cerré) todo aquello para ahora no poder volver la vista atrás, no poder releerme más. Pero hay recuerdos que no se pueden quemar, eso tú ya lo sabes. Escribíamos, escribíamos mucho, pero todas y cada una de nuestras palabras hablaban de catástrofe, castigos kármicos y por qué no reconocerlo: de pena. Leernos ahora y pensar en nuestras palabras de entonces me hace sonreir.

Que no hayamos optado por la oscuridad del desencuentro, por la vileza de la raza, etc... temas recurrentes en aquel momento, me hace sonreir. No estoy diciendo que haya estirpado esos temas de mi repertorio, bien sabes que no, que suelo renegar bastantes veces de lo que me rodea, pero ya no es una constante. Supongo que habrá aumentado mi miopía y ya no veo tanta maldad como antes (mentira, sigo
viéndola, pero en esta ceguera obligada soy más feliz).
Ese era el juego. Dormir juntos, ya está. Hacer el amor acabaría con ellos, ambos lo sabían. Era una de esas reglas silenciosas que rigen algunas cosas en este mundo.

-Como los rituales que haces cuando te echas colonia
-Yo no tengo rituales para echarme colonia
-Y que no...

El caso es que la regla estaba ahí, en el vaso de leche antes de acostarse y en la pasta de dientes de por la mañana. Ella siempre se despertaba primero, jugaba con su pelo y le despeinaba, hasta que él se despertaba.

-Estabas roncando
-Yo no ronco
-Si que roncas...

Lo peor era dormirse, nadie les había obligado a sufrir esa tensión, la de "esto no se toca", como en casa de la abuela, pero allí estaban, tumbados, mirándose, pensándose. Sobre todo pensándose, demasiados deseos gritando en sus cabezas, cómo se iban a dormir... pero la regla era la regla.

-No me mires así que no me puedo dormir
-Yo no te miro de ninguna forma, eres tú el que me estás mirando [él cierra los ojos]
-Haber si es posible que esta noche no ronques.
-Yo no ronco...

Al final acababan durmiéndose. Y casi todos los días ocurría lo mismo, hacia las tres de la mañana uno de ellos se levantaba con la expresión de la cara congelada, los ojos muy abiertos, pero sin mirar a nada y daba un par de vueltas por la habitación. Creo que eso también era una regla, dar un par de vueltas hasta que el otro se levantaba y los dos andaban en una extraña danza de sonámbulos que nunca llegué a entender muy bien. Entonces ocurría, era entonces cuando estaba permitido quebrantar la primera regla, y se besaban y casi hacían el amor.

Despiertan.

-Estabas roncando
-Yo no ronco
-Si que roncas...

Llega el olor a colonia de hombre desde el baño . Muñeca, codos y cuello, muñeca, codos y cuello.

- ¿Ves como tienes un ritual para echarte colonia? [ella en pijama, desde la cama mirando al baño]
- Yo no tengo ningún ritual para nada... [sonríe]Historia de dos sonámbulos que no podían dormir

Santos que yo te pinté

-¡Zacarías! ¡Deja de meter tus apestosas manos entre mis papeles!. No sé qué piensas que puedes encontrar. ¿La carta de un antiguo novio? ¿Un post- it con una cara sonriente? Olvídate de todo, olvídate de mi y vete a casa. ¡A tu casa!

Los últimos días se sentía desgraciada, desgraciada cuando estaba sola, y desgraciada cuando estaba rodeada de gente. No había tontería que le sacara una sonrisa. Eran los días bajos, las malas épocas, los temporales, se decía. E igual que venían, se marchaban.
La última la había pagado Zacarías, el hombre con cara de niño, y nombre de viejo, que había sido desterrado de su salón hasta nuevo aviso. Cuando se le pasara, le llamaría. Le encantaba imaginarse a Zacarías al otro lado del teléfono, porque conocía exactamente la rutina que utilizaba. Era la única persona que conocía que no tenía un móvil. No lo quería, decía que no lo necesitaba. Pasaba largas temporadas en casa escribiendo, viendo viejas glorias del cine, o simplemente durmiendo en por la tarde en el sofá. Cuando sonaba su teléfono, el fijo, pegaba un brinco. No es que le llamaran mucho o poco, simplemente no se acostumbraba nunca. Se asustaba. Empezaba a dar vueltas por toda la casa en busca de un teléfono inalámbrico que no existía, para acabar recordando que sí, que tenía teléfono, pero que era uno de esos tan aparatosos y antiguos como el propio nombre de “Zacarías”. Cuando debajo de una ola de papeles y periódicos aparecía el teléfono, alargaba el cable hasta el sofá. El cable del teléfono era rizado, como todos los antiguos, pero dejaba dar rienda suelta a la movilidad del hablante. Decía que le encantaba imaginarse esa rutina, porque era todo un poema. Si el interlocutor no se cansaba antes de que descolgase el teléfono, podía imaginarse como él se tumbaba en su viejo sofá, enredaba entre sus dedos el cable rizado, y empezaba sus complicadas conversaciones de jueves por la noche.
Qué fácil era pensar en todas estas tonterías cuando estaba alegre, cuando los días eran dulces, y no catastróficos. Qué guapo veía entonces al hombre-niño-viejo aquellos días. Que paz. Qué bien.
Ahora lo echaba de su casa, solo eso.






Nota: La frase “¡A tu casa!”, también puede leerse como “¡A tu puta casa!”. Depende del gusto del lector por las vulgaridades. A mí me gusta más la segunda opción.


lunes, 3 de agosto de 2009

presentaciones

Odio las presentaciones, pero entre los míos eso no es un secreto. Asique ahórrame el trago. Creo que las personas deberían presentarse por sus actos y no con una mera descripción.

Dame un nombre y seré quien quieras que sea. Así funciona en realidad ¿no?, presentaciones, nombres, moldes. En cualquier momento puedes mentir sobre quién eres ¿quien no lo ha hecho alguna vez? Nombres, nombres, nombres. Inventa un nombre para mí. Yo inventaré otro para ti. Así tú no serás un punto más dentro de aquella masa que se acerca a devorarme en un paso de cebra, y yo seré los ojos que te hacen girar la cabeza en el metro, los que te hacen frenar y olvidar que pierdes el tren. Hay ojos que merecen ese momento, o al menos así lo pienso yo.


Aunque no han sido tus ojos lo que me han llevado a llamarte (por fin). No, de alguna forma pienso que la vida es una sucesión de ciclos que se abren y se cierran. Yo quiero cerrar un ciclo que han abierto y trazado otros, por eso quiero darte un nombre. Es lo que hacemos todo el tiempo ¿no?. Amantes despechados que acaban haciendo el amor con el primer desconocido que encuentran, al que gritan un nombre que no es el suyo, cierran el ciclo. Padres que regalan a sus hijos - que curiosamente se llaman igual que ellos- juguetes que en realidad sólo les gustan a ellos, cierran el ciclo.


Yo quiero cerrar un ciclo contigo, tú puedes usarme para cerrar -o abrir- otro si quieres. ¿Cómo me llamarás? Puedes inventar un nombre lleno de consonantes, casi impronunciable, o llamarme como a tu primer amor, para hacer todo lo que no pudiste hacer con ella...

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[su mensaje es demasiado largo, por favor dicte su mensaje después de la señal...]