Recordar viene del latín re(de nuevo) y cordis (corazón),
recordar significa volver a pasar por el corazón. En la Cultura Clásica, la
sede del pensamiento no era el cerebro, sino el corazón, la mente estaba en
ese músculo que se mueve con violencia mientras que la función del cerebro se limitaba a la refrigeración de la sangre. Así
que, todas esas imágenes de tu madre curándote las rodillas, las capitales de
Europa, las poesías de Lorca, saber montar en bici, la extraña certeza de que
ése del espejo eres tú … estuvieron durante mucho tiempo latiendo entre tus costillas.
No deberíamos subestimar a los griegos, había muchos
indicios para pensar así, ningún humano se desprendería de un recuerdo que
acelerase sus latidos, aunque resulte poco íntimo. De esta forma, el lenguaje como un minero, ha
transportado estos significados durante siglos, y siendo pronunciados por
millones de personas a través del tiempo, aún persisten. Learn by heart, Par
coeur…como árboles milenarios encarnados en nuestros labios.
Me imagino en la antigua Grecia con un agujero en el
corazón, con mis pensamientos mezclándose entre ellos, escapando de su
recorrido natural, fluyendo hacia una cavidad equivocada. Me asusto. El ser humano es un animal simbólico, y esta historia puede llegar a ser tan metafórica que dé la vuelta hasta llegar a tocar la realidad, si es que no lo ha hecho ya.
Yo llevo unos días con pájaros en la cabeza y pensamientos
en el pecho. ¿Cuántas veces al día escuchas la palabra “corazón”? Créeme que son más. Así que dime lo primero que se te pase por el corazón.
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