jueves, 31 de marzo de 2011

Le matin (Madrid, 2011)


- ¿Qué por qué no le dejo?...mmm, veamos… hace el amor en francés.
- ¿Cómo? ¿Es francés? Si me dijiste que se llamaba Ernesto.
- No, no es francés… no sé…los franceses deben de tener una forma especial de hacer el amor ¿no? Pues con él es así, aunque no sea francés.
- Sigo sin entenderte…
- Pff… mira tú, por ejemplo, no haces el amor en francés, porque si lo hicieras, primero, lo sabrías, y… además, no te habría dejado ¿no crees?
- Puedo aprender a hacer el amor en francés si quieres. Aprendí algo de francés en el instituto.
- ¿En serio crees que cuando digo que él hace el amor en francés me refiero a que se limita a susurrarme en francés?
- Ya…yo creía…bueno…nada, déjalo.

En ese momento se levantó, se acercó a la ventana, procurando no rozarse con esas horribles y viejas cortinas color crema, sin dejar de mirar por la ventana extendió su brazo en busca del tabaco que había encima del escritorio y encendió un cigarrillo. Estuvo unos minutos desnuda ante la ventana fumando con desgana. Él seguía en la cama, observando como se observa a un cuerpo que amas pero a alguien que detestas.

Cuando se giró se encontró a su pálido compañero sentado en el piano de pared. El piano y la gran ventana que dejaba pasar el sol del primer día de abril eran lo único que parecía escapar de la sordidez de la habitación. Él le miraba con una mueca extraña, le daba el sol directamente en los ojos. Ella no pudo evitar sonreir. Deseó mantener esa imagen marcada como un mordisco en la piel mojada, que permaneciera, no toda la vida, sólo un instante más. Lo hubiera deseado o no, las cosas con él no permanecían de otro modo.

- En todo este tiempo juntos no has sido capaz de tocar nada delante de mí ¿y tienes el valor de hacerlo ahora?
- Puedo tocar algo francés.
- Conociéndote convertirás esto en un burdel.
- Teniendo en cuenta lo que ha pasado esta noche, creo que esto ya es un burdel.

En ese instante ella empezó a vestirse rápido, buscó el sujetador entre las sábanas y lo metió en el bolso. Se recogió el pelo con los dedos tan rápido que se dejó varios mechones sueltos. Él ya llevaba tiempo tocando. Pero no parecía francés, y menos música de burdel.

No se oyó ningún portazo.

1 comentario:

Mononoke- dijo...

Me ha encantado, no puedo decir más que eso. Me ha encantado..